Una pregunta que a menudo me ronda la cabeza es si debemos entender a la cárcel como un simple centro para purgar condenas o, por el contrario, un lugar donde las personas se redimen y se las prepara para su adecuada reinserción en la sociedad. Habrá, incluso, quienes opinen que la penitenciaría debe ser una mezcla de las dos cosas, es decir, tanto un lugar que sin dejar de hacer sufrir al delincuente por la ofensa que ocasionó, permita su 'cura' para que al salir, no siga representando una amenaza, sino que se convierta en un agente útil para el grupo humano del cual fue excluido. Personalmente, considero que si restringimos la idea del presidio a un simple y vulgar 'calvario', tanto los organismos públicos encargardos de la ejecución de las penas como la ciudadanía están perdiendo el tiempo, pues el malhechor con seguridad saldrá a seguir delinquiendo, buscando su 'revancha', mas aún si es que es un 'problema sin solución' que no teme el largo encierro ni los terribles padecimientos de un panóptico. En definitiva, pienso que sin descuidar la sanción propiamente dicha que debe significar una pena privativa de la libertad, debe también contribuir con talleres, capacitaciones, trabajo, etc., a que el interno comprenda que puede ser productivo y salga con el deseo de representar un aporte para el colectivo social.
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